viernes, 25 de enero de 2008

El Futuro de la Concertación en Chile


Ricardo Solari Concertación, ¿20 años no es nada?


El próximo 2 de febrero, la Concertación de Partidos por la Democracia cumple 20 años de existencia. En efecto, el 2 de febrero de 1988, en un céntrico hotel de Santiago, un grupo de 17 partidos políticos, todos ellos unidos por su oposición a Pinochet, decidieron convocarse para hacer posible la recuperación de la democracia, fundando lo que entonces se llamó «Concertación de partidos por el NO».

A la distancia de veinte años, lo verdaderamente importante, más que evaluar la significación histórica de esta coalición —cuestión que, hasta el momento, los electores han resuelto positivamente—, es debatir si tiene o no potencialidades de proyección hacia el futuro y cuáles son los requisitos mínimos de ésta.

El cientista político Antonio Cortés Terzi lo ha puesto de modo simple: si esto se trata solamente de que por fortuna no gobierne nunca más la derecha, o si la coalición tiene un proyecto que proponerle al país.

Para algunos, que pueden no ser tan pocos, el solo hecho de impedir que gobierne la derecha justifica por sí mismo el mantener esta Concertación activa y mayoritaria. Tras esta posición está la evidencia de que en los últimos 50 años la derecha o nos ha ofrecido gobiernos muy incompetentes o trágicamente autoritarios. Hoy, además, la Alianza —con sus permanentes trifulcas, conflictos y pendencias— entrega pocas pruebas de gobernabilidad. De hecho, si algo está pavimentando el camino de la derecha a La Moneda no es el atrayente influjo de sus propuestas, de las cuales se sabe cada vez menos, sino el desgaste de un ejercicio gubernamental concertacionista prolongado.

Pero es muy mediocre fundar la vigencia de un proyecto político a partir de las limitaciones de sus alternativas. Además, ésta es una mirada que probablemente no convoque a las nuevas generaciones, quienes no tienen en su acervo vital la experiencia de un gobierno de derecha y que han desarrollado sus preferencias políticas básicamente bajo un prisma de adhesión o rechazo a los únicos gobiernos que han conocido: los de la Concertación.

Por todo esto, el gran desafío hoy para la coalición gobernante es convencer a los ciudadanos de este país de que 20 años no es nada y que un nuevo mandato de la Concertación puede ser bueno para Chile.

Para hacer posible esta proeza histórica, se requiere una mezcla de reafirmación de los valores y de la mística fundacional, junto con una fuerte dosis de autocrítica respecto de prácticas y métodos contradictorios con el interés general que, por desgracia, se han ido instalando en la coalición.

Vamos por muy mal camino si la Concertación no es capaz de comprender que las faltas de probidad, el cuoteo, la negligencia en la administración de recursos públicos, la incoherencia política para sacar dividendos mediáticos no son faltas menores de unas cuantas ovejas descarriadas, sino que síntomas de un grave abandono de la ética del buen gobierno y de la escasez de un proyecto. Es urgente corregir los errores sin perdonazos.

También es importante reafirmar la primacía del proyecto general por sobre los intereses individuales. El cómo y el quiénes se elijan como candidatos a alcaldes en las próximas elecciones municipales serán un buen examen para medir si hemos aprendido la lección. La Concertación debe ser capaz de ofrecerle al país los mejores postulantes, desde el punto de vista de sus capacidades para ejercer el gobierno local, más allá de partidismos o cálculos electorales inmediatistas.

Sin embargo, tampoco basta.

Para reencantar al electorado, la Concertación tiene además que articular un imaginario de país futuro, que convierta el votar por ella no sólo en una apuesta de continuidad, sino que también de cambio. Hay grandes temas que en 1988 unieron a estos partidos más allá de la recuperación de la democracia y la derrota de Pinochet: igualdad social, libertades públicas, instalación del país en la comunidad internacional, respeto a las minorías, participación ciudadana. Estos son los ejes a los que tiene que mirar la Concertación para articular su proyecto 2009.

Falta un año. Puede parecer poco tiempo, pero si se toma conciencia de la relevancia de lo que está en juego, debería ser más que suficiente.
Artículo publicado en el diario La Segunda, 25 de enero 2008.