miércoles, 21 de septiembre de 2016

Introducción Curso Ética y Política 2016

Introducción al curso.
Iniciamos un proceso que nos permita adquirir un modo de interpretación ética del fenómeno político. Este curso, más que reflexionar sobre el desafío que puede implicar una posible relación entre ética y política, constituye un intento metodológico para llevar a cabo esta posibilidad de relación. Con este fin nos proponemos como objetivo principal comprender y manejar los elementos fundamentales del discurso ético y  relacionarlos, en clave de discernimiento, con el fenómeno político. Para ello, nos proponemos como objetivos más específicos,
1.-Adquirir conocimientos teóricos sobre la naturaleza del discurso ético.
2.-Trabajar de modo teórico-práctico desde una perspectiva ética que coloque en el centro de las preocupaciones al ser humano como protagonista de su historia.
3.-Incorporar elementos que permitan realizar análisis socio político desde la dimensión ética..
5.-Conocer diferentes perspectivas que pretenden dar una respuesta a la relación entre ética y política.
6.-Conocer y aplicar el método del discernimiento ético, como herramienta para dar una respuesta ética ante el fenómeno político.
Veamos cómo podemos lograr esos objetivos
Los desafíos éticos del Chile actual.
Nuestros inviernos, desde hace muchos años, se caracterizan no tanto por el frio sino por la contaminación en las grandes ciudades de nuestro país. Santiago, de manera particular, asentada en un valle con poca ventilación, parece en los meses de invierno casi irrespirable, con las consecuencias a nivel de salud que afectan especialmente a los más vulnerables: niños, ancianos y los más pobres.
Este fenómeno de contaminación parece haberse reproducido también en nuestra convivencia. Algo nos está ocurriendo y forma parte de un proceso que no logramos comprender suficientemente. Actos de corrupción y abusos de poder, a nivel de liderazgos sociales, políticos, empresariales y religiosos, parecen ser síntomas de una cultura que ha perdido bases fundamentales que en otro tiempo nos aglutinaban. Quizá es porque transitamos desde una sociedad de ciudadanos a una de consumidores. Y como tales, buscamos fundamentalmente un bienestar individual y, a lo más, familiar. Hay otros síntomas que quizá nos están haciendo tomar algo de conciencia de lo que nos ocurre: dificultad para dialogar, para ponernos en el lugar del otro y desde ahí poder al menos entenderlo, aunque discrepemos de su punto de vista; dificultad para agotar todos los recursos posibles para los acuerdos y no llegar de primeras a imponer mis puntos de vista pasando a llevar los legítimos derechos de los otros. Podríamos enumerar otros síntomas en una larga lista que no nos sorprendería mayormente pues somos parte del problema, y casi nos hemos acostumbrado a vivir con ellos, como lo hacen los enfermos cuando no tienen otra posibilidad que aprender a convivir con sus enfermedades hasta que estas los venzan definitivamente.
En las primeras clases del curso de ética y política de este año 2016, nos preguntamos por los desafíos éticos del Chile actual. De manera interesante, emergió en el debate del curso el tema ético no solamente centrado en los temas que comúnmente se llaman valóricos, sino temáticas que tienen que ver con las relaciones sociales y de poder. Parece existir hoy día más conciencia de que los abusos de poder, la corrupción, la distancia entre lo que se dice y lo que se hace efectivamente, son temáticas éticas fundamentales que afectan nuestra convivencia. Esto, como lo indicó una estudiante del curso, parece estar relacionado con un positivo fenómeno de “ensanchamiento de la conciencia moral”, es decir, lo que quizá ayer nos parecía “normal” hoy nos irrita, lo que antes nos pudo parecer “natural” ahora lo vemos como una construcción humana que, por tanto debe imperiosamente ser modificada o replanteada cuando afecta negativamente al ser humano y su habitat.
Desde lo anterior nos preguntamos por lo que es ética, asumiendo que normalmente se plantea una distinción entre dicha disciplina y la moral pero que en este curso ambos conceptos los consideraremos como sinónimos. La ética se nos aparece como una forma de mirar al ser humano en su multiplicidad de relaciones. Resultó interesante en clases, por ejemplo, hacer un ejercicio de distintas miradas de la realidad. En efecto, un hecho social o interpersonal puede observarse y aprehenderse desde muchos enfoques: políticos, económicos, religiosos, culturales, estéticos, etc. En nuestro caso, queremos poner el acento en la perspectiva ética que supone un concepto de ser humano que se va construyendo en un proceso de multiplicidad de relaciones.
El ser humano.
El ser humano es una persona. Un universo de naturaleza espiritual dotado de libre albedrío nos dirá Jacques Maritain. Tan libre que nadie puede violar su integridad. Pascal planteará que piensa y sabe que piensa. Cuando hablamos del ser humano estamos hablando de otro nivel en el riquísimo mundo de los seres vivos. Libre, piensa, sabe que piensa. Pero también el ser humano tiene un horizonte. Más aún, puede crear sus propios fines y para ellos busca y crea los medios que lo pueden conducir al su fin. Ese fin que Aristóteles llamaba Felicidad.
Es en la historia que el ser humano vive todo esto. Una historia desafiante, con el color de lo claro-oscuro, donde la persona es y a la vez se va haciendo. Vive y posee una forma de vivir. Pero, como dice Augusto Hortal (2000), “nuestras vidas no consisten únicamente en desplegar un programa de potencialidades previamente fijadas para toda la especie; actuamos de forma indiferenciada, individual y grupalmente, y nos planteamos cómo vivir y actuar.”[1] Si el ser humano tiene un fin, y éste es su felicidad, y además es libre o posee libertad, puede acercarse a este fin, pero también podrá alejarse. Habrá entonces formas de pensar y vivir más humanas que otras. Esto es sumamente importante pues vivir humanamente no será algo automático sino también una tarea por hacerse. De ahí la moralidad de su vida. Será moral una vida que lo lleve al éxito en su empresa de ser persona, será no moral su vida, en la medida que lo conduzca por un sendero de deshumanización. De todo esto se ocupará la ética.

¿Qué es ética?
Aclaremos el concepto. Sigamos nuevamente a Augusto Hortal. La palabra ética procede del griego y significa carácter, forma de ser (originalmente: morada, lugar donde habitan los hombres o pacen los animales). De acuerdo a su etimología, la ética significaría las cosas referentes al carácter. El ethos puede ser tanto individual como social y se pone de manifiesto en la manera habitual de actuar de un individuo o de un grupo.
La palabra moral originalmente era el adjetivo (morales) del sustantivó latino “mos, moris”. Originalmente significa costumbre, y llega a significar carácter o modo de ser a partir de la necesidad de traducir al latín el vocablo griego “ethos”.
En el mundo clásico griego y latino, la norma por la que se juzgan las acciones, o el objeto de la Filosofía moral, está encarnada, materializada en una forma habitual de ser y de actuar. Para recuperar este matiz realista de la moral vivida en una sociedad, la sociología y la antropología cultural han introducido el neologismo “mores”.
En nuestro lenguaje ordinario, ética y moral se usan con frecuencia como sinónimos intercambiables, tanto para designar la moral vivida como la moral formulada. Pero a veces se usa ética para hablar de algo más individual, reflexivo, filosófico, mientras que “moral” se usa para lo más social, espontáneo, religioso o teológico.



[1] Hortal, Augusto (2000). Ética I Edic. Pontificia Universidad de Comillas Madrid.

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