viernes, 28 de marzo de 2008

IMPORTANCIA DE LA ENCÍCLICA POPULORUM PROGRESSIO Y DE LA CARTA OCTOGESIMA ADVENIENS.

La pregunta ética en la década de los años sesenta ocupó un lugar central. La preocupación por el Desarrollo constituía un elemento clave para logran la humanización. De esta manera, aparece como urgente buscar una solución al problema del subdesarrollo que tenía sumidos a millones de hombres y mujeres en la pobreza y miseria consideradas como manifestaciones de la injusticia institucionalizada. Hoy sabemos que hubo no pocos desaciertos y probablemente una relación entre bien intencionadas iniciativas y la manifestación de autoritarismos y dictaduras militares. Chile parece ser un caso típico de esta posible relación.

La palabra de la Iglesia y particularmente del notable Papa Pablo VI al respecto, parece hoy vigente. Se planteó categóricamente la necesidad de pasar de situaciones menos humanas a más humanas, promover el humanismo pleno (Populorum 42), combatir la miseria, construir un mundo "donde todo hombre, sin excepción de raza, religión o nacionalidad, pueda vivir una vida plenamente humana, emancipado de las servidumbres que le vienen de la parte de los hombres y de una naturaleza insuficientemente dominada; un mundo donde la libertad no sea una palabra vana y donde el pobre Lázaro pueda sentarse a la misma mesa que el rico" ( Ibid 47). Se trata de construir un desarrollo integral, auténtico, "es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre" (Ibid 14)

La Doctrina Social de la Iglesia, en busca de la respuesta de los hombres ante la pregunta ¿Qué hacer para lograr condiciones de mayor justicia?, y frente a la pregunta de la cristianos: ¿qué hacer para ser fieles a la vocación de colaborar en la construcción del Reinado de De Dios?, nos señala la importancia que tiene el mirar, el ver la realidad utilizando para ello los instrumentos de análisis que las mismas ciencias sociales nos aportan. Pero esta mirada a la vez se realiza en función del gran proyecto que puede concretarse en la historia. De acuerdo al Magisterio de la Iglesia se trata del proyecto del Desarrollo Integral que consiste en, como lo señala la Encíclica Populorum Progressio:

....el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas.
Menos humanas: las carencias materiales de los que están privados del minimum vital y las carencias morales de los que están mutilados por el egoísmo. Menos humanas: las estructuras opresoras, que provienen del abuso del tener o del abuso del poder, de la explotación de los trabajadores o de la injusticia de las transacciones. Más humanas: el remontarse de la miseria a la posesión de lo necesario, la victoria sobre las calamidades sociales, la ampliación de los conocimientos, la adquisición de la cultura. Más humanas también: el aumento en la consideración de la dignidad de los demás, la orientación hacia el espíritu de pobreza, la cooperación en el bien común, la voluntad de paz. Más humanas todavía: el reconocimiento, por parte del hombre, de los valores supremos, y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin, Más humanas, por fin y especialmente: la fe, don de Dios acogido por la buena voluntad de los hombres, y la unidad en la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres". (21)


Pasan los años, y en 1971, Paulo VI, en su carta pastoral Octogesima Adveniens, escrita con motivo de los ochenta años de la encíclica Rerum Novarum, después de haberse dado cuenta en persona, a través de sus viajes a continentes donde la situación de miseria era un clamor al cielo, dirá que es muy difícil decir una palabra única ante los complejos problemas del mundo contemporáneo. Para ello el Papa apelará a una categoría y método que será clave en el Doctrina Social de la Iglesia: el Discernimiento Social. El documento dirá que toca a las Comunidades cristianas discernir, a la luz del Evangelio, la acción de los cristianos -y podríamos agregar, de todos los seres humanos- frente a los desafíos que la realidad nos va presentando.

El discernimiento social, del cual ya he escrito anteriormente, pasará a ser indispensable y encausará el ya conocido método del ver-juzgar-actuar. Se trata de mirar la realidad (mediación analítica) y juzgarla a la luz de los grandes contenidos de la Doctrina Social inspirados en el acontecimiento de la persona de Jesús (mediación hermenéutica). De ahí saldrá la iluminación para la acción transformadora (mediación práxica), de tal manera de poder aportar en nuestra sociedad el necesario trabajo de colaboración en la construcción del Reinado de Dios.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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