martes, 20 de febrero de 2007

6. ¿La moral es social o política solo por el origen de las normas?


Es una importante pregunta que se hace José Luis Aranguren. La respuesta es clara. La moral no es solamente social por el origen de las normas sin también por el origen de la conciencia moral.

Vivimos una cultura más bien individualista, muy distinta a la que vivieron, por ejemplo, lo griegos de la Grecia clásica. La moral a la que apela Antígona no está fundada en la conciencia ética, en su fuero interno, en lo que le dicta, como podríamos decir también, su propio corazón, su interioridad. La apelación de Antígona es a una norma superior dictada por los dioses, a la que debe someterse también el accionar político de Creonte.

Hoy en cambio, ante un dilema como éste, experimentado tantas veces en el siglo veinte ( es cosa de recordar las dictaduras militares en América Latina sostenidas en gran parte a través de las política violatorias a los Derechos Humanos), apelamos a una norma que está al interior de nosotros mismos. Se trata del fuero interno y la hemos llamado Conciencia Ética. Es tan así que hasta la moral católica la defiende afirmando que es en este mundo interior donde el mismo Dios habita, convirtiéndolo en un verdadero sagrario. El Concilio Vaticano Segundo fue claro y explícito al respecto. Dicha conciencia es un verdadero tribunal para dirimir lo justo de lo injusto, lo conveniente de lo inconveniente, en definitiva lo que nos humaniza de lo que nos deshumaniza, lo que nos moraliza de lo que nos desmoraliza.

Pero, como dice Aranguren, “el tribunal de la conciencia es, `sicogenéticamente, la interiorización del tribunal moral de la comunidad, cuyo ‘juicio’ tenía lugar ante la polis, en las reuniones del pueblo, en el campo de batalla e, indirectamente, en el teatro, mediante aplicación de preceptos de origen religioso-tradicional”.[1]

Por lo tanto el origen del primado de la conciencia ética es también social e incluso política. Ya hay antecedentes en la vida de los griegos, particularmente Sócrates y los estoicos, pero es hoy, en nuestra época moderna cuando esta moral de la conciencia se muestra en toda su pureza individualista e interiorizante.

Volviendo a algo tratado en una reflexión anterior, podemos afirmar que si la conciencia moral constituye nuestro fuero interno, la pregunta es cómo éste se forma, cómo se construye, cómo se desarrolla. Si es fuero interno es otra manera de hablar del ser humano en cuanto interioridad. Pero este ser humano es, en gran medida, hecho por la misma sociedad. Por lo tanto la apelación a la conciencia como norma interiorizada no es otra cosa que la apelación a algo que se ha ido construyendo sobre la base de la asimilación de lo que social y culturalmente somos. No en vano somos, en gran medida, lo que nuestro medio y contexto es.

La moral es, como el ser humano, mucho más social de lo que a simple vista parece ser.


[1] Aranguren Ética y Política (21)

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