domingo, 18 de febrero de 2007

1. Introducción para una perspectiva ética

MORAL EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA Y DIVERSA:
UN INTENTO DE RELACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA

Andrés Soto Sandoval

Introducción para una perspectiva ética

La importancia de ser protagonistas.


"He descubierto que soy persona, que tengo dignidad..." afirmaba un adulto-joven, hace poco tiempo, luego de haber vivido todo un proceso de formación y capacitación. Era un hombre del mundo popular, hasta el momento marginado del sistema formado por lo que pueden acceder a los bienes y servicios que a la vista se ofrecen a todos. Al pedirle que ahondara en la expresión de su experiencia, manifestó que su descubrimiento apuntaba a sentirse más dueño de su vida, con más autonomía y capacidad para ejercerla; en definitiva, se sentía más persona.

Hace algún tiempo, un grupo de jóvenes creó, bajo la orientación y dirección de INFOCAP, el Instituto de formación y Capacitación Laboral en la ciudad de Santiago, una iniciativa que hoy recibe el nombre de “Un techo para Chile”. Estos jóvenes miraron la realidad y vieron en ellos una consecuencia del drama de la pobreza. Muchas familias no tenían un lugar mínimamente digno para vivir. De ahí que decidieran capacitarse para ayudar a construir pequeñas casitas que posibilitaran a muchos pobladores una vida de mayor calidad. La experiencia de estos jóvenes les significó vivir el protagonismo y de esa manera la actuación de su identidad de ser hombres y mujeres; la autonomía en su expresión más rica, el ejercicio de su dignidad en definitiva.
Lo anterior parece indicar que las personas y el colectivo se descubren en lo más propio de su humanidad cuando ejercen el protagonismo, cuando realizan activamente su existencia y no solamente padecen lo construido por otros.

Cuando Santo Tomás de Aquino define la ley natural ¿no está manifestando acaso que el hombre es autor y protagonista de su historia al participar de la ley eterna de Dios? "Esta no se identifica tampoco, como para los estoicos, con el orden externo que se contempla en la naturaleza, sino que manifiesta también una dimensión personal: la providencia y el cuidado amoroso de Dios sobre toda la creación. El universo entero se encuentra gobernado por esa eterna y majestuosa sabiduría del Creador"[1]. El gobierno de Dios en el hombre se expresa de una manera admirable. Este participa de la ley eterna de Dios y con ello descubre cómo debe comportarse y orientar su existencia de tal manera que puede vivir su vocación más propia[2]. Santo Tomás ve la ley natural como una realidad en tres dimensiones: "Todo aquello a lo que el hombre tiene inclinación natural, lo percibe naturalmente la razón como bueno...Existe, pues, una primera inclinación humana al bien natural que le es común con todas las sustancias, en cuanto que cada sustancia apetece la conservación de su ser según su naturaleza, y según esta inclinación pertenece a la ley natural todo lo que sirve para la vida del hombre y que impide lo contrario. En segundo lugar, se da una inclinación humana a algunas cosas especiales de la naturaleza, que le son comunes con los demás animales, y de acuerdo con ella pertenece a la ley natural lo que la naturaleza enseña a todos los animales, como es la unión del varón y la hembra, la educación de los hijos y cosas parecidas. En tercer lugar, se da una inclinación al bien de la naturaleza racional, que es lo más característico suyo; así el hombre tiene una natural inclinación a conocer la verdad sobre Dios y a vivir en sociedad. De acuerdo con esto, pertenece a la ley natural todo lo que hace referencia a esta inclinación, como evitar la ignorancia, no ofender a aquellos con los que debe relacionarse y otras cosas de este tipo"[3]. Según el comentarista de Santo Tomás citado lo más propio de la naturaleza humana, a la luz del aquinate, sería el protagonismo: "la naturaleza se hace quehacer y tarea en sus propias manos, ya que la modela, orienta y desarrolla bajo los imperativos supremos de su razón"[4].

Lo dicho parece confirmar el dato de la experiencia expresada con el ejemplo dado al comienzo y puede ayudarnos a plantear un tema más de fondo: la formulación del discurso moral en una sociedad pluralista, la teorización de la práctica del protagonismo en un tipo de sociedad que lo permita y posibilite[5]. Esta idea puede ser clave a la hora de intentar relacionar la ética con el fenómeno social en general y con la teoría y práctica política en particular. Apuntamos, al menos al iniciar nuestra reflexión, a buscar una respuesta para dicha relación. Ésta parece estar insinuada en la experiencia narrada anteriormente: la ética y la política constituyen prácticas y disciplinas que toman sentido cuando están al servicio de la creciente realización plena del ser humana en una historia que construyen ellos mismos como protagonistas.

[1]VV.AA. Praxis Cristiana Fundamentación, (294).
[2]Ibid.
[3]S. Th.,I-II, 94,2 citado en Op. Cit. (296).
[4]VV. AA. Op. Cit. Ibid.
[5]El concepto protagonismo lo uso en sentido amplio con las notas que tiene el concepto de actor pero con la carga de aquél que en grado importante no sólo padece sino también toma decisiones últimas.

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